En Náufragos, me interesa explorar sobre el viaje, la ruta, la deriva, la pérdida, el encuentro, el mapa de lo que somos o al menos, la indagación de quienes somos. Náufrago puede ser el sobreviviente o aquel que, en vez de llegar a tierra, arriba al extravío. Para el náufrago la tierra firme no existe, es cuando es preciso asirse a los recuerdos, deshilvanarlos, confrontar las evocaciones como a la marea, ¿de la infancia quizá? El náufrago se ilumina enfrentando a las aguas profundas de la confusión, después, flota; sube a la superficie ¿La vida a caso es el mar? ¿Un océano infinito, espléndido, lleno de maravillas, de abundantes tesoros, de escollos y remolinos? Entonces somos todos navegantes de rutas marítimas desconocidas, que nos permiten al menos, perdernos para transformarnos.