Este proyecto habla sobre la memora de migrar, de ese pasajero permanente. La obra intenta ser un sistema de expresión sensorial, principalmente audiovisual, que permite una experiencia táctil y espacial a la audiencia, a quien de primera instancia se pretende engañar. Los frascos provocan una ilusión óptica, almacenando agua sólo como idea, sin contenerla. El agua no existe, sin embargo, la ilusión permanece. El rostro detrás del refugio de vidrio tiene al migrante encapsulado, preservando recuerdos de su lugar y su gente.