La memoria siempre es individual y colectiva al mismo tiempo, pertenece a un ente único, vivo, dual, intangible, incluso inteligible para nuestra limitada comprensión humana, se construye al interior y se re-construye en comunidad, se comparte, se transfiere. Somos memoria, el migrante soy yo. Lo fui antes, o lo seré después. Es un trazo, una imagen, la huella de la herida, ¿a caso hay desplazamiento sin huella? En Ensayo de la memoria insisto en articular el binomio memoria-migración, en donde busco generar una conexión entre ambos conceptos. Afrontar la pugna entre lo que se desea recordar y lo preciso de olvidar. La patria del migrante es lo que recuerda, nunca un territorio.